Ya han pasado casi siete meses desde que Putin inició su guerra ilegal y bárbara contra Ucrania. Desde entonces hemos visto algunos actos increíbles de valentía por parte de los ucranianos y actos despreciables de barbarie por parte de los rusos, pero también hemos visto una fuerte solidaridad por parte de los europeos.
La guerra de Putin ha avivado una crisis energética en Europa que sigue teniendo enormes repercusiones. En respuesta, hemos actuado con rapidez para asegurar suministros alternativos, acelerar el despliegue de las energías renovables y empezar a reducir la demanda de gas para garantizar la seguridad de los ciudadanos europeos durante el invierno.
Pero seguimos enfrentándonos a un profundo desajuste entre la oferta y la demanda en el mercado energético. Lo que antes era un mercado libre y funcional, ha sido saboteado.
La situación anterior a la guerra, con combustibles fósiles abundantes y baratos, no va a volver
La militarización de la energía por parte de Putin nos enfrenta a unas facturas energéticas cada vez más insoportables con las que tienen que lidiar los hogares, y especialmente las pequeñas y medianas empresas.
Un mercado saboteado
Dejar esto en manos del mercado significaría poner precio a los consumidores más pobres, empujar a las empresas al borde del colapso y dejar que las familias se enfríen. No todo el mundo necesita ayuda con sus facturas, pero los que la necesitan, y son millones y millones de europeos, la necesitan con mucha urgencia.
La situación no tiene precedentes, por lo que nuestras propuestas para atajarla deben serlo. Por ello, nuestro paquete de hoy hace varias cosas:
En primer lugar, supone una reducción europea del consumo de electricidad del 10%. Durante las horas punta, el consumo de electricidad debe bajar al menos un 5%, de modo que evitemos utilizar las centrales de gas más caras y bajemos el precio de la energía. Esto será obligatorio para que los objetivos sean cumplidos por todos.
Permítanme subrayar aquí también que la reducción de nuestro consumo de gas y electricidad como tal es fundamental para el éxito de cualquier medida para afrontar esta crisis energética. La reducción de la demanda ayuda a reequilibrar el mercado de la energía, a reducir la factura energética, a reducir las emisiones y a hacernos inmunes a los juegos de gas de Rusia. Sin la reducción de la demanda, esto no va a funcionar.
En segundo lugar, nuestro paquete propone un mecanismo europeo para recaudar y redistribuir los excepcionales excedentes de beneficios e ingresos que la guerra de Ucrania ha aportado a varias empresas energéticas. Esto puede generar hasta 117.000 millones de euros para que los Estados miembros apoyen a los hogares y empresas europeos que se enfrentan a facturas energéticas insuperables.

